Lic. Miguel Angel Flores Rodríguez.
La cruz es uno de los símbolos importantes, dentro
de la religión católica.
De acuerdo con la historia y la leyenda, la
emperatriz Elena, madre de Constantino,
en una peregrinación a Jerusalén
en el año 326 fue en busca de la
cruz en la que murió Cristo, se supone que,
después de realizar algunas excavaciones en el Monte del Gólgota encontró tres
cruces; dos de ellas serían de los ladrones y la tercera la de Cristo.
Para saber cuál de las tres correspondía a la de
Jesús, Elena decidió tocar a una mujer mortalmente enferma con las tres cruces
sucesivamente. Las dos primeras no le causaron ninguna impresión, pero cuando
fue tocada por la tercer cruz, ésta se puso de pie, curada milagrosamente, así
se dieron cuenta que la Santa Cruz había sido encontrada; desde entonces cada 3
de Mayo se festeja el aniversario del descubrimiento de la Cruz.
Estos festejos
consistían en la representación del descubrimiento de la Cruz por la Emperatriz
Elena, además de una misa, de adornar la Cruz y de organizar bailes enfrente de
la Cruz.
La celebración de la fiesta de la Santa Cruz, en
nuestro país llega con los conquistadores y tiene el propósito de venerar la
cruz como máximo símbolo del cristianismo católico.
La celebración que va del 27 de abril al 4 de mayo,
coincide con el inicio de la temporada de lluvias, por tanto, esta festividad
dentro de las culturas agrícolas adquiere muchos significados, pues no sólo se
trata de recordar a la cruz como máximo símbolo del cristianismo, sino también
está relacionado con las cosechas.
En la región de Huatusco existe un cerro llamado
Acatepec (Cerro de las cañas) por textos antiguos sabemos que en su cumbre
existía una gran laguna y de ello se deduce que ahí se encontraba también un
adoratorio a Tlaloc (Dios de la lluvia y de
los relámpagos. Tláloc era el dios de la lluvia, dentro de la mitología mexica o
azteca. Su nombre quiere decir:
"tlalli", tierra y "octli", vino o licor, significa
"vino de la tierra", o "la lluvia que la tierra bebe").
Los
antiguos cuauhtochcas, como la mayoría de los pueblos autóctonos rendían
pleitesía a este dios, especialmente cuando las lluvias tardaban en llegar y la
época de sequia se acentuaba.
Por
el material arqueológico encontrado sabemos que le ofrecía hachuelas de piedra
y pequeños metates ceremoniales y aunque a esta deidad se le sacrificaban niños
pequeños consideramos que en la región esto no se hacía debido a la influencia
que los toltecas habían dejado en la región.
Lo
que si se hacía en los primeros días de lo que hoy corresponde al mes de mayo
era realizar grandes peregrinajes a lo alto del cerro donde se danzaba y se
ofrecían además ofrendas de canto y flores solicitando la tan ansiada lluvia.
Y
Tlaloc era generoso con sus fieles pues a los pocos días las lluvias caían
generosas sobre la tierra otorgándoles un estímulo adicional, las apreciadas y
deliciosas chicatanas (Atta es un género de hormigas americanas de la subfamilia Myrmicinae. Son hormigas grandes, con reinas que pueden alcanzar, sin incluir sus
alas, unos 2,5 cm de longitud; estas reinas sirven como alimento humano).
El
consumo de las chicatanas sigue siendo una tradición huatusqueña y se consumen
desde la más remota antigüedad, mucho antes de la llegada de los españoles.
En
la actualidad la tradición de la fiesta de la santa cruz se sigue realizando en
el cerro de Acatepec con el patrocinio de una semi-mayordomía, una de las pocas
que aún subsisten, y que siempre recae en alguno de los ejidatarios o pequeños
propietarios que poseen parcelas ahí.
Este
festejo debería ser compartido y a él debería integrarse el gremio de albañiles
dado que ellos festejan también su día en esta fecha.
La
fiesta de la Santa Cruz resulta un sincretismo pues si bien es cierto que por
un lado se recuerda el significado de la cruz en el sentido católico se festeja
al mismo tiempo todo lo que se relaciona con la naturaleza y especialmente con
la agricultura tutelada desde tiempos antiguos por Tlaloc, el dios de la
lluvia. Y claro que nos recuerda también la conquista y la conversión indígena
a la fe católica.
Cuenta una leyenda que en 1531, Fernando de Tapia, cuyo nombre otomí era
Conín, dirigía a sus tropas contra el ejército chichimeca en la loma del
Sangremal (Querétaro). En medio de la feroz batalla, unos y otros observaron
una resplandeciente luz que llamó su atención: en el centro de ésta y
suspendida en el aire apareció una cruz de color entre blanco y rojo, y a su
lado cabalgaba el apóstol Santiago en un caballo blanco.
Con
esta milagrosa aparición terminó la lucha y Fernando de Tapia tomó posesión de
la región. Los chichimecas se sometieron y pidieron que se pusiera una cruz en
la loma del Sangremal como símbolo del milagro que ahí había ocurrido.
Al
consolidarse la conquista en la región de Huatusco, como ocurrió en el templo
mayor de la población, se sustituyó la deidad prehispánica por la cruz.
La
cruz de la población fue sustituida al poco tiempo por la efigie de Santa
Cecilia, pero la cruz del cerro de Acatepec permaneció ahí, al principio,
seguramente de madera se sustituía cada vez que se deterioraba hasta que se
hizo de hormigón, actualmente existen dos, una más grande que la otra.
En el
día de su fiesta se realiza una misa y se celebra una verdadera romería con
danzantes, cohetes, torito y vendedores que con sus productos engalanan y dan
colorido al evento.
Día de
la Santa Cruz, tradición centenaria de los huatusqueños.