sábado, 21 de octubre de 2017

HASTA SIEPRE QUERIDO PADRE.

Con lagrimas en mis ojos te fui a dar el ultimo adiós querido padre, tu ausencia me deja ese enorme vacío que nada ni nadie puede llenar en esta vida, pero agradecido estoy contigo y con el creador, contigo porque hiciste de mi y de tus descendientes personas de bien, muy trabajadoras y muy unidas.

Luchaste hasta el ultimo momento y siempre te mantuviste con la frente en alto ante cualquier adversidad, con una gran fortaleza que nos mostraron siempre tú y mi madre que hoy dejas con nosotros.

Te agradezco que nos hayas enseñado a respetar y buscar siempre el equilibrio entre la justicia y la verdad, nos llevaste por senderos difíciles porque no había ningún otro para transitar por la vida, pero lo que somos todo te lo debemos a ti y a mi madre.

Transitas ya en la vida sin retorno y a pesar de la tristeza que sentimos y que  embarga nuestros corazones, cierto estoy que dejaste de sufrir por tus pesares, tus preocupaciones se acabaron y hoy descansas ya en la eternidad perpetua.

Alcanzarás a mi hermano que nos dejó hace poco y que tu extrañabas en tu sentir que tanto te costaba expresar, porque tus sentimientos reprimidos no te permitieron mostrar lo que tu considerabas debilidad del hombre.

Vas en busca de aquella madre que tanto extrañaste y que hace mas de 40 años dejó esta vida en el mismo lugar donde hoy decidiste despedirte de tu familia que con tanto esmero fuiste construyendo a lo largo de 60 años, con el apoyo y al lado de mi madre.

Tus enseñanzas, a pesar de la ausencia de afectos mostrados como lo hacen muchos padres son y serán siempre el motivo de satisfacción de tus hijas e hijos que hoy lloran y lamentan tu ausencia perenne.

Te negaste a dejar en vida lo que con tanto ahínco lograste obtener a base de tu trabajo constante, finalmente te despides del lugar que la vida y tu permanente lucha te dio como frutos de esa constante disputa agraria que tantas vidas costó y que tú al lado de otras personas lograron para alimentar a sus familias.

La tierra que te vio nacer se quedó en un lejano y sufrido pasado lleno de malos recuerdos que tratabas de olvidar pero que te asaltaban ocasionalmente y que a veces te gustaba compartir con nosotros, tal vez para hacerte la vida mas llevadera.

Lo mejor de ti y de tus recuerdos se queda con tus hijas e hijos que solo hacen lo que les enseñaste siempre, trabajar y ser personas de bien, pensar antes de actuar y tomar las cosas con serenidad, tal como nuestra madre nos lo repite constantemente.
Que puedo hacer, sino honrar tu memoria y seguir adelante en esta vida temporal que solo tenemos prestada hasta que nuestros pasos y el camino se terminan, solo me queda abrazar tus recuerdos y darte las gracias por darme la vida y por enseñarme a vivir cada momento.


Por eso, con estas letras, no me despido de ti, solo te digo que algún día estaremos contigo, llegado el momento volveremos a estar juntos en la eternidad después de este corto tiempo que la vida nos ha regalado, hasta siempre padre mío.