- Esfuerzo y devoción de un pueblo católico.
Alpatláhuac, Ver.-
Como cada año, desde hace ya una década, se empieza a volver tradición la
puesta de alfombras artesanales hechas con aserrín en este municipio, las manos
de verdaderos artistas y devotos, hacen muestra de un arte que pocos pueden
comparar e igualar.
Obras de arte literalmente
se pueden ver en un trayecto de poco más de dos kilómetros de distancia, por
donde pasara el viacrucis de la vida y muerte de Cristo.
Es de pocos conocido
el arte oculto dentro de estas obras maestras que hacen que miles de habitantes
se olviden de rencores y hombro a hombro, trabajen durante semanas para poder
demostrar su fe y un arte adquirido con los años.
Un poco de la historia
de estas alfombras data de no muy atrás, mencionan poco menos de 10 años,
cuando un grupo de vecinos decidieron hacer unas alfombra de aserrín para que
al paso de su fe, se viera de una forma diferente y así agradecer lo mucho que
su Santos hacen por ellos durante el año.
A esto se le
empezaron a unir poco a poco más y más, hasta el día de hoy, donde se puede ver
alfombras de aserrín, verdaderas obras de arte, podríamos remarcar a lo largo
de dos kilómetros, donde miles de personas se congregan para hacer una extensión
gigantesca.
Destacan unas con
un ingenio de elaboración metódico, donde los que se encuentran detrás de todo
se mantienen humildes por su gran trabajo y esfuerzo, podemos destacar que en
la elaboración participan desde los más
pequeños, hasta los más grandes, quienes no dudan en ensuciarse las manos y desvelarse
para que todo salga perfecto.
En la elaboración
no falto como cada año un miembro fundador de este arte, sería difícil no
mencionarlo, al Ingeniero Leonel Sánchez Reyes, actualmente Alcalde de Alpatláhuac,
quien de manera sencilla participa desde el inicio hasta la culminación de la
puesta de las alfombras en su barrio, como ellos le llaman a las colonias por donde
se exponen estos magníficos cuadros al piso.
Durante varios días
un grupo de personas se reúne, compra los insumos necesarios tras una
cooperación de la comuna, quienes apoyan no solo con esto, sino también con
ideas y mucha mano de obra, se pinta el aserrín, se pinta el fondo o base como
ellos le llaman a una arena especial y desde luego se crean los hermosos moldes
con los cuales plasmaran el piso del municipio con obras de arte.
Así durante varios
días hasta llegar al tan anhelado jueves santo, ese día por la tarde, comienza
a trazar el piso, bloquear las calles por donde se imprimirán eventualmente
estos preciosos diseños diferentes cada año, no importando la complejidad, los
artesanos se dedican a elaborar con una mecánica que año con año han logrado
pulir, hasta poder trabajar en conjunto de manera óptima.
Esta ocasión
terminaron algunos a las 3 de la mañana del viernes, pocas horas antes de que
comenzara el viacrucis, el cual sale desde la localidad de Ateopa, recorrido en
el cual cargan al hombro las imágenes de sus santos cientos de personas a pesar
que el sol les cae a plomo.
La gran mayoría
afinaba detalles el mismo viernes a pocos minutos del trayecto, es increíble
ver el amanecer con el trabajo de horas culminado y que los habitantes propios
y extraños, ni por asomo se dedican a afectarlo.
Minutos después en
una marcha sepulcral, miles de personas se conglomeran, estación tras estación,
siguiendo el dolor del Cristo en silencio orando con toda su fe.
En este viacrucis
es notorio algo, nadie a excepción de los encargados de cargar la pesada imagen
que por su efecto se vuelve insoportable, pisan las bellas alfombras que hacen
en honor a ellos, los miles de seguidores caminan a la orilla cuidando no tocar
este arte nuevo para la zona.
En las estaciones,
caídas del Cristo, donde narran todo el calvario que vivió antes de su muerte,
se exponen un arte que es imposible volverá a crear, con arena, aserrín y sobre
todo mucha maestría, crean figuras que solo se podrán ver una vez en la vida.
Este año en el
atrio de la iglesia se apreciaba una obra de arte gigantesca, la cual deja con
la boca abierta a miles al ver la delicadeza de los trazos y la finura del arte
impreso.
Irvin Marcel.
El Columnista de
Veracruz.com
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